sábado, 27 de diciembre de 2008

Las 4 Leyes Espirituales







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1. Dios Nos Ama

Así como hay leyes naturales que rigen el universo, Ley de La Gravedad por ejemplo, también hay leyes espirituales que rigen nuestra relación con Dios.

Por eso reflexionaremos sobre una primera ley que nos llevará a descubrir que efectivamente Dios nos ama, y tiene un plan perfecto para nuestras vidas.

Este plan es individual, único e intransferible, es decir cada hombre y mujer puede y debe experimentar el amor de Dios, en forma personal.

PRIMERA LEY: “Dios nos Ama”.
El amor de Dios:

Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. San Juan 3:16

La muerte de Cristo en la cruz, es un hecho histórico, que permite acercarnos confiadamente a Dios, pues también incluye la promesa de que si creemos en su Hijo, nuestra vida espiritual será junto a Él en la eternidad.
No debemos olvidar que los seres humanos además de un cuerpo, tenemos un alma y un espíritu y necesitamos que esta parte espiritual se encuentre con su creador.

El Plan de Dios
Dios ideó un plan para que los seres humanos puedan encontrarse con Él. Este plan que no hace distinción alguna entre hombres o mujeres, ricos o pobres, jóvenes o viejos, incluye la acción de Jesús el Cristo, el hijo de Dios.

Cristo afirma: “pero yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (San Juan 10:10b) Una vida completa y con propósito.

Entonces ¿Por qué, es que la mayoría de las personas no están experimentando esta “vida en abundancia”? Sin lugar a dudas algo está fallando. Muy por el contrario a una vida en abundancia, la mayoría de las personas viven en constante angustia e incertidumbre, enfermedad, pobreza, soledad y desánimo. La ruptura familiar, los hijos revelados a los padres, jóvenes muriendo cada día a consecuencia de la violencia y los excesos, la gran cantidad de niños abandonados o abortados, los femicidios, las injusticias sociales, etc. Es un panorama muy poco alentador. Sin embargo, Cristo afirmó que Él vino para darnos una vida completamente distinta.

Cada hombre y mujer tiene el poder, en el libre ejercicio de su voluntad, de aceptar el plan que Dios ideó para los que creen en su hijo Jesucristo.

Conclusión
Hoy es posible tener “Un Nuevo Comienzo” y una “Vida plena”, pero es preciso aceptar que Dios nos ama como padre y que la mejor decisión que podemos tomar como individuos es volver a los amorosos brazos de nuestro Padre Celestial.


2. El Hombre Es Pecador

Esta semana reflexionaremos sobre una segunda Ley, que nos aclara el problema que el ser humano ha arrastrado por los siglos. El hombre es pecador y esta separado de Dios; por lo tanto no puede conocer ni experimentar el amor y el plan de Dios para su vida.

Quizás esta afirmación pueda sonar bastante drástica, sin embargo a luz de las Sagradas Escrituras podremos ver que efectivamente, que esta es la condición de la humanidad.

El estado del corazón del hombre es de rebeldía hacia Dios, es decir, el hombre y la mujer pueden considerar a Dios en algunos momentos de la vida (generalmente para las catástrofes naturales o pérdida de algún ser querido, para pedir algún favor), pero no permiten que Dios intervenga con sus principios y mandamientos.

SEGUNDA LEY: “El hombre es pecador”

Pecador
Según el diccionario de La Real Academia Española, el término “pecador”, se utiliza para la persona que transgrede voluntariamente los principios de Dios, apartándose de lo recto y justo, o que falta a lo que es debido.
La Biblia por otra parte nos enseña que: “todos han pecado y están lejos de la presencia gloriosa de Dios” (Romanos 3:23)

No olvidemos que el hombre fue creado para tener comunión, una estrecha comunicación con Dios, pero escogió su propio camino y su relación con Dios se interrumpió. Esta decisión egoísta caracterizada por una actitud de rebelión activa ó indiferencia pasiva, es evidencia de lo que la Biblia llama pecado.

El hombre esta separado de Dios
“El pago que da el pecado es la muerte” o sea separación espiritual de Dios (Romanos 6:23)
El hombre está tratando continuamente de alcanzar a Dios y la vida en abundancia, que Cristo prometió pero lamentablemente lo hace a través de sus propios esfuerzos: la religión; la moral; la filosofía; las buenas obras; etc. No considerando que Dios también ideó la forma de cruzar este abismo de separación.

Conclusión
Es evidente que el ser humano quiere disfrutar de los beneficios de tener un padre amoroso, dueño de todas las cosas, sin embargo no quiere seguir el consejo sabio de las palabras de este padre. Es como el niño que desobedece constantemente, siendo llevado por sus ideas, que se accidenta una y otra vez rompiéndose las rodillas al transitar siempre por la vereda que no le conviene, cuando todo sería mucho más sencillo si caminara tomado de la mano de su padre por el camino que él transita.


3. Jesucristo Murio En Nuestro Lugar

Reflexionemos en un hecho que realmente escapa a todo entendimiento: El amor de Dios por la humanidad. Este amor sobrenatural es lo que da origen al llamado Plan de Salvación, donde Dios mismo establece una estrategia perfecta para otorgar salvación al hombre y a la mujer, con el único fin de reestablecer la comunión con ellos, librándolos de pasar una eternidad muertos espiritualmente, sin paz y sin ninguna esperanza. Expuestos al infierno.

En este plan de Salvación, existe un solo medio para entrar en la comunión con el Padre.

Jesucristo es la única formula de Dios para el pecador. Solo en él pueden los seres humanos conocer y experimentar el amor y el plan de Dios para su vida.

TERCERA LEY: “Jesucristo murió en nuestro lugar”

Jesús se entregó por cada uno de nosotros

Pero Dios prueba que nos ama, en que, cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió
por nosotros (Romanos 5:8).

Cristo en la cruz se hizo culpable de todos nuestros pecados, el cargó literalmente todas nuestra maldad, desobediencia y rebeldía. Jesús tomó nuestro lugar y fue tratado, torturado y muerto como delincuente.

Con su sacrificio, se puso como puente entre Dios y los hombres, para que a través de él todos los seres humanos puedan cruzar el abismo de separación provocado por el pecado.

El Resucitó
Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que lo sepultaron y que resucitó al tercer día, también según las Escrituras; y que se apareció a Cefas, y luego a los doce. Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, la mayoría de los cuales vive todavía, aunque algunos ya han muerto (I Corintios 15:3-6).

Un hecho impresionante precede a la muerte de Cristo. Los testigos históricos relatados en la Biblia, dan cuenta de la resurrección de Cristo, probando así que Jesús, no era solo un maestro o un profeta sino el auténtico Hijo de Dios, que vino a esta tierra a cumplir un plan ideado por su Padre para la salvación de la humanidad.

Es el único Camino
Jesús le contestó: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre (San Juan 14:6).

Jesús habló con la autoridad del Hijo de Dios. Tan solo uno que sabe quien lo envió, podía aseverar ser el camino, la verdad y la vida. Además todos los hechos sobrenaturales, sus sanidades, milagros y liberaciones de demonios, dejaron claro que Dios se había hecho presente en esta tierra en la persona de su Hijo.

Conclusión
Si existe una forma establecida por Dios, para pasar de la muerte a la vida, de la desesperación a la paz, de la enfermedad a la salud, de la desgracia a la felicidad,
¿Por qué no ocupar este único medio? Jesucristo hoy sigue siendo el puente para volver a la comunión con Dios. Su sacrificio en la cruz sigue siendo la fórmula perfecta para el perdón de nuestros pecados.


4. Debemos Recibir a Cristo

Durante las semanas anteriores hemos estado reflexionando acerca del amor de Dios, sobre el estado del corazón del hombre, de cómo Dios estableció un plan perfecto para volver a tener comunión con el ser humano y como Jesucristo es el medio que Dios estableció para salvarnos a través de su sacrificio en la cruz.

Puede ser que todos estos aspectos los creamos e incluso los aceptemos intelectualmente, sin embargo esto no basta. Podría ser solo teoría. Debemos aplicar una acción que active la bendición de Dios. Debemos individualmente recibir a Jesucristo como Señor y Salvador para poder conocer y experimentar el amor y el plan de Dios para nuestras vidas.

CUARTA LEY: “Debemos Recibir a Cristo”

Recibirle y Creer en Él

Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios (San Juan 1:12)

Esta aseveración de las Sagradas Escrituras nos promete que somos hechos Hijos de Dios, si no tan solo creemos en Cristo, sino que también le recibimos como nuestro Señor y Salvador personal.

Recibimos a Cristo Mediante La Fe

Pues por la bondad de Dios han recibido ustedes la salvación por medio de la fe. No es esto algo que ustedes mismos hayan conseguido, sino que es un don de Dios. No es el resultado de las propias acciones, de modo que nadie puede gloriarse de nada; (Efesios 2:8-9)

Este punto es muy importante de considerar, Dios nos regala la salvación porque nos ama, no precisamente porque lo mereciéramos, ya que ningún esfuerzo humano, buenas obras, sacrificios, botos de pobreza, etc. Pueden comprar la salvación.

Recibimos a Cristo Por Medio De Una Invitación Personal
Cristo dice:

Mira, yo estoy llamando a la puerta; si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos (Apocalipsis 3:20).

El recibir a Cristo comprende un cambio de actitud hacia Dios, confiar en Cristo, para que Él entre a nuestras vidas y perdone nuestros pecados.

Mediante la oración uno puede recibir a Cristo. Orar es hablar con Dios. Dios conoce nuestro corazón y no tiene tanto interés en nuestras palabras, sino más bien en la actitud del corazón.

Conclusión
Hay solo una cosa que podemos hacer, aceptar el amor de Dios y recibir a Jesús como nuestro Señor y Salvador.

Oremos: 
Gracias Señor Jesucristo, por amarme tanto, entiendo que te necesito. Te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Ocupa todo mi corazón. Hazme la persona que tu quieres que sea. Gracias por perdonar mis pecados. Gracias por haber entrado en mi vida y por escuchar mi oración según tu promesa.

¿Expresa esta oración el deseo de su corazón?

Si lo expresa, haga esta oración ahora mismo, y Cristo entrará a su vida, como lo prometió.

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