martes, 20 de enero de 2009

Bienaventurados los que creen sin ver

Juan 20:29
“Jesús le dijo: ¿Porque Me has visto has creído? Bienaventurados los que no vieron, y sin embargo creyeron"

¿Crees que tú eres un bienaventurado? Medita esto y lo descubrirás. La Biblia nos enseña que tenemos que creer para ver. Bienaventurados los que creen sin ver. Hay gente que dice:
“voy a ir al servicio para ver qué pasa”. Ese tipo de gente necesita ver para después creer. Pero tú tienes que creer primero para luego poder ver. Es bueno que sepas que te fue dada una medida de fe y que la tienes que usar para creer, no para apagarla con los miedos, la duda, la desconfianza. Úsala para creer. Es preferible que le creas a Dios porque él no te va a fallar. Dios es tu Padre, es fiel y te ha dejado promesas. Y Sus promesas son sí y son amén. La creencia se manifiesta en lo que estás confesando. Si algo te duele, no lo declares, confiesa la Palabra ya qué por Su llaga ya fuiste sanado y Cristo se llevó todas tus dolencias y enfermedades. Por eso decreta que estás sano, fuerte, bendecido. Esa es la verdad. Hoy tienes que creer que este año es un año de grandeza para tu vida. Y si tomas la Palabra de Dios y la decretas, estarás tomando terreno que el enemigo todavía tiene en sus manos. Tú eres un hijo bendecido del Padre, un heredero y caminarás en bendición ¡Aleluya! Pero tienes que creerlo ahora que no lo ves, para luego poder verlo. Algunas personas dicen que creen pero sus confesiones y acciones no revelan lo mismo, lo que en realidad revelan es que están esperando verlo primero para después creer. No caigas en esto y recuerda que “bienaventurados son los que creen sin ver”. Tú eres bienaventurado desde el momento que creíste en Cristo Jesús a pesar de nunca haberlo visto. Lo aceptaste como tu Señor y Salvador y no lo conocías todavía. Ahora lo conoces por la Palabra. Y de la misma manera por creerle a la Palabra tienes que vivir un año mejor que los que ya pasaron, de nuevos comienzos, de cosas nuevas. Créelo y comienza a decretarlo. El oído de Dios está atento a tu voz siempre. Recuérdalo. “Padre celestial, hoy creo a tu Palabra y sé que me esperan cosas extraordinarias para este nuevo año. Lo creo y sé que lo viviré. Soy un bienaventurado. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.

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