Al día siguiente y sin más prambulos la herida amaneció cerrada y seca, era como si nada hubiese pasado y cuando la niña despertó sus primeras palabras fueron: VISTE MAMÁ, PAPITO DIOS ME SANO. En su mirada había certeza, no existía la duda, lo dicho era un hecho.
La mentalidad adulta ya esta llena de prejuicios y prevenciones formadas por el trasegar de la existencia en la tierra, estamos llenos de tabues y taras aún teniendo a Cristo en nuestros corazones. Tuvo que pasar algo así para que esta mujer entendiera la importancia de renovarse y volver a nacer. Mateo 18,3.-Yo os aseguro si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos.
Observa con cuidado este video y evalúa hasta donde llega tu fe... ¿quizas es como la de este niño?.
En un niño reina Dios mismo...
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